Tres andinistas que estaban escalando por la ruta de la Súper Canaleta permanecían desaparecidos desde hace 48 horas. Este es un relato del rescate que se realizó con éxito en el Cerro Rincón (5364m) de Mendoza, Argentina.
Escrito por Federico José Mariel
Este es un relato del rescate que se realizó con éxito en el Cerro Rincón (5364m) de Mendoza, Argentina. Tres andinistas de 40, 50 y 62 años que estaban escalando por la ruta de la Súper Canaleta permanecían desaparecidos desde hace 48 horas.
Todo lo que escribo aquí son mis vivencias personales.
Fue una noche larguísima y sin lugar a dudas una de las más duras que he pasado en mi vida. Un rescate técnico a los 5200 metros y en pleno invierno. Fuimos siete los que pasamos la noche casi en la cumbre del cerro Rincón trabajando. En algunos momentos, soportando temperaturas de -25°C.
Destaco el liderazgo de Gonzalo Fuertes. Increíble templanza y siempre escuchándonos y valorando mucho a cada integrante del rescate. También distingo el valor de los otros tres miembros de patrulla que estuvieron ahí. Entre todo el equipo nos cuidamos la espalda, en el frío y la oscuridad.
Las tres víctimas fueron rescatadas con éxito de la pared. La supercanaleta es una clásica ruta de escalada sobre nieve acumulada. Es famosa por su exposición a la caída de material rocoso. Pequeñas piedritas pueden hacer perder el equilibrio y terminar en caída.
El lugar se ubica en la zona central del cordón del Plata, al sur de la Cordillera de los Andes. Esta ruta combina roca y hielo, con angulación de entre 65 y 80 grados. La supercanaleta presenta lugares con hielo cristal, lo que significa que las herramientas de anclaje casi no entran.
Con las maniobras de rescates correspondientes, el “Fabri” descendió en rapel hasta el lugar donde estaban las personas accidentadas, para después juntar a todo el grupo en el filo de la montaña. Que las víctimas estén fuera de la pared era un milagro, pero ahí no terminaba la operación. Aún quedaba bajar todo el cerro Rincón.
Hacía mucho que había perdido la noción del tiempo. Salimos junto a “Pablito” y “Ale” el día viernes 30 de julio de 2021 a las nueve de la mañana desde los refugios hacia la altura. Ya eran pasadas las dos de la mañana. Los cuatro chicos de la patrulla descendieron hacia el canal de la ruta normal. El siguiente paso era montar un rapel para que puedan descender los accidentados.
Pablo y Ale bajaron también. Quedamos junto a los guías “Juli” y “Mati”, el único relevo que llegó en toda la noche. Fue lindo ver personas nuevas a metros de la cumbre. Con ellos, nos quedamos junto a Jorge, la víctima más comprometida de la caída. Éramos tres personas a los 5.200 metros de altura, con un andinista que no lograba caminar.
Con un nudo “as de guía” al pecho de Jorge, empezamos el descenso muy lentamente por el glaciar superior. Recuerdo que mi mente ya no funcionaba con claridad. Llevábamos 18 horas en movimiento sin parar, y la poca agua que logramos derretir se la dimos a las víctimas.
Recuerdo decirle a Julián que sentía fuerza en mi cuerpo, pero que tenía mucho frío y la mente agotada. Le digo que me derive tareas, que me indique qué hacer. Me pidió que vaya marcando el camino. Hasta ahí estaba como podía. A veces Jorge se caía al suelo. El manto níveo del glaciar superior mal conformado era poco uniforme, con partes duras pero otras muy blandas. Jorge luchaba por su vida. Nosotros sacando fuerzas para seguir bajándolo.
Mis brazos explotados de tanto tensar el polipasto toda la noche me dificultan hacer fuerza. Llevaba mucho tiempo a los 5200 metros, trabajando, y no paraba de temblar. Tenía muchísimo frío y estaba cansado. No sentía mis pies. No sentía nada desde las rodillas hacia abajo.
Tampoco recuerdo cuánto tiempo fue que estuvimos bajando a Jorge, pero en un momento me detuve. Les pedí perdón a Juli y Mati, pero tenía que bajar. Por la salud de mis pies tenía que perder altitud. Mis botas, un modelo clásico y viejo, ya habían demostrado todo su potencial. Los chicos me dijeron que fuera nomas.
Inicié mi descenso creyendo que iba a bajar hasta la base de la canaleta, lugar donde estaría el apoyo. Pero ocurrió algo. En el medio de la noche, mientras transitaba solo en el glaciar superior, empecé a escuchar voces. Inmediatamente pensé que eran alucinaciones de la altura, la deshidratación y el cansancio, ¡pero no!
Vi una luz baja y débil y fui derecho hacia allá. Ahí me encontré con Ernesto y Pablo, las otras dos víctimas que habíamos sacado recién de la pared. Los dos chicos solos en el glaciar, caminando extremadamente lento. No entendía qué hacían ahí solos. Pensé y me percaté que mi responsabilidad era grande, porque tenía que ser un guía para ellos.
Los chicos me pedían agua. Lamentablemente, hacía muchísimo que no tenía. Recién abajo tendríamos todo el té que quisiéramos. Empecé a guiarlos rumbo a la parte superior del canal de la ruta normal. Se me hizo muy largo el descenso y agradecí que los dos pudieran caminar, pese a haber estado tres días sin agua ni comida. Increíble.
Solamente pensaba en mi labor, que era seguir avanzando sin que Pablo y Ernesto perdieran el ritmo. Cuando divisé las luces de la patrulla, marché en línea recta hacia ellos. Hasta que llegamos. El rapel estaba casi listo. Nos sentamos en la nieve a esperar y recuerdo que me quedé dormido unos minutos.
Me desperté porque uno de los rescatistas comenzó a temblar muy fuerte al lado mío. Escuchaba sus gemidos por el frío que tenía. Iniciamos el descenso y bajamos rápidamente el canal hasta una carpa que estaba instalada en la base, como se había planeado previamente.
Fue tan hermoso ver gente cuando llegamos. Voluntarios que llegaron al apoyo nos recibieron con alimentos liofilizados y té. Yo me acosté en un saco de dormir un rato. Estaba agradecido, era lo que necesitábamos. Sentir la contención y el apoyo de la gente.
Estuve con Pablo y Ernesto hasta que se los llevaron en helicóptero. Los chicos de la patrulla iniciaron el descenso, pero yo seguí juntando energías durante un rato. Cuando ya me decidí, media hora después, me puse mis zapatillas para largarme a todo ritmo. En mi mente quería llegar abajo y terminar esto de una vez.
Le avisé a la patrulla que iba a bajar rápido, porque necesitaba hacerlo. Fui cruzando a muchos voluntarios, que ascendían para brindar apoyo. Amigos, guías, estudiantes y montañistas. Recuerdo que llegué al campamento “La Canchita” a más de 4000 metros.
Muchas carpas y voluntarios. Realmente uno ve en la montaña la cantidad de personas que se unen por los que necesitan. Aquí me ofrecieron alimento, abrigo y apoyo. En una carpa estaba Ale, uno de los siete que pasó la noche arriba. Me alegré de verlo recostado y ya más recuperado.
Decidí continuar mi marcha. Lo único que quería era terminar con todo de una vez. Cuando iba descendiendo, entre los cerros Adolfo Calle y Stephanek, pasó el helicóptero con Ernesto y Pablo. Sentí una alegría inmensa por saber que todo estaba saliendo bien.
En ese momento, me saqué una foto.
Estaba muy alegre. Cuando llegué al Refugio Mausy, recuerdo haber visto muchísima gente, el operativo más grande que había visto. Me recibió Nati Cunietti. Realmente es poco lo que ella descansó con todo esto, fue mucho el trabajo y la carga para ella. Cuando entré, estaban Pablo y Ernesto con el doctor, quién le hacía el tratamiento para los congelamientos.
No podía creer que estaban ahí. Me dieron una taza de mate cocido, que cuando la agarré casi se me cae. Me ardían las manos y cada dedo me latía con fuerza. Ya más relajado y sabiendo que todas las víctimas fueron evacuadas, decidí irme y descansar.
Escribo información a diario y proceso constantemente todo lo que pasó. De a poco me doy el tiempo para asimilar todo lo ocurrido. Agradezco a cada persona que apoyó en esta situación de emergencia.
El milagroso operativo incluyó 27 personas, cuerdas de 120 metros y helicópteros. Finalmente, el sábado 31 de julio se conoció el desenlace del dramático rescate de los tres deportistas cordobeses que estuvieron atrapados en la montaña.
Los andinistas fueron identificados como Ernesto Suárez (50), Pablo Botta (51) y Jorge González (62). Los evacuaron de la montaña y a uno de ellos lo trasladaron al Hospital Central porque presentaba golpes y escoriaciones.
RELATO ORIGINAL: https://www.facebook.com/sherpaikido